miércoles, 1 de junio de 2011

El Cuento de la Buena Pipa

Me encuentro a pocos días de terminar el Máster que empecé con entusiasmo y que ya acarreo hasta el cadalso el viernes que viene. Nunca entendí (y menos lo entiendo a esta altura del campeonato) que los profesores nos den para memorizar manuales completos de literatura para que "desembuchemos" en un montón de hojas sin renglones y que no nos hagan hacer una reflexión madura de los contenidos. Los exámenes enciclopédicos habría que suprimirlos de la educación superior, donde no queremos "enunciar las características de la Generación del 27" como si fuésemos colegiales. Además me genera ansiedad. Tengo 200 páginas pendientes y estoy poniendo en duda mi capacidad de acabar con ellas en 4 días, lo que me parece absurdo pensado racionalmente. Pero ahora mismo no estoy siendo racional... imagino que el viernes 10 a esta misma hora estaré mucho más optimista. 
Por lo demás ha ido todo muy bien desde la última vez que anduve por acá. Sigo trabajando (lo que en estas coordenadas espacio-temporales en las que he decidido vivir de forma transitoria es bastante valioso) y he adelantado mucho en otras cuestiones que daban vueltas como mi regreso a Buenos Aires. Ya lo tenía medianamente decidido pero, finalmente, he comenzado a preparar mi candidatura al CONICET y lo veo factible, por eso estoy siendo seria con mis tiempos. 
Me estoy respetando más, cargándome menos de cosas innecesarias, soltando amarras viejas e inservibles, preocupándome por lo que me resulta esencial. A veces uno pierde el objetivo de las cosas, pero yo he tenido la precaución de haber seguido caminado (a veces a oscuras, es cierto). 

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