lunes, 11 de julio de 2011


Hoy me perdí amar con planificación
pero gané a lo que partió con la prudencia...




Yo que pensé que nunca iba a caminar sobre el agua. Aquí me encuentro escapando a la terapia tradicional porque alego "no tener tiempo", hecho que me fastidia, que es real porque aunque los días sean más largos, yo no entiendo cómo se me pasan de rápido últimamente. 
Tengo un reloj, una cuenta regresiva, unos palotes en la cabecera del sofá, un montón de libros que no sé cómo me voy a llevar. Una casa que imagino llena de plantas, con el gato sentado en la terraza, con muchos libros y con una silla mecedora...
Todo esto me recuerda la casa de alguien ha quien he admirado con tesón férrea y que no está tan lejos como imaginaba (una cosa que he perdido: la capacidad de calcular distancias... hay cosas tan cerca, tan lejanas, tan distantes y tan cercanas que ya mido sólo emocionalmente... esas distancias sólo existen en el privado ámbito de mis difusas emociones). 
Y parezco actuar con el impulso, me impulso y avanzo, me impulso y sigo, me duermo y sigo caminando dormida. No sé si va a parar de dar vueltas... rectifico: no se si voy a parar de dar vueltas aunque el movimiento duele más que el estatismo yo me muevo hacia adelante y sobre mi propio eje, como el sol, ¿como el sol? Y doy luz y calor como el sol, aunque a veces es de noche y entonces el sol no ilumina. 
Y me apego a una idea (sensación) y la dejo, me apego a otra y soy la que se mueve y la que intenta agarrarse y la que intenta mirar un punto fijo y la que se dice cómo debería ser todo aunque todo (¡gracias a dios!) es diferente a como "debería ser". Todo es como es... sin más dislates, sin más condiciones... 
Yo soy la que se mueve y la que no pone los pies en la tierra. ¿Para qué quiero los pies en la tierra? me pregunto... ¿por qué no fijar los ojos en el cielo y seguir así, así dando vueltas? 
Hoy tiemblo y mañana, seguramente también... Y miro a los ojos y me acuerdo y me olvido y me acuerdo... y así... 

miércoles, 1 de junio de 2011

El Cuento de la Buena Pipa

Me encuentro a pocos días de terminar el Máster que empecé con entusiasmo y que ya acarreo hasta el cadalso el viernes que viene. Nunca entendí (y menos lo entiendo a esta altura del campeonato) que los profesores nos den para memorizar manuales completos de literatura para que "desembuchemos" en un montón de hojas sin renglones y que no nos hagan hacer una reflexión madura de los contenidos. Los exámenes enciclopédicos habría que suprimirlos de la educación superior, donde no queremos "enunciar las características de la Generación del 27" como si fuésemos colegiales. Además me genera ansiedad. Tengo 200 páginas pendientes y estoy poniendo en duda mi capacidad de acabar con ellas en 4 días, lo que me parece absurdo pensado racionalmente. Pero ahora mismo no estoy siendo racional... imagino que el viernes 10 a esta misma hora estaré mucho más optimista. 
Por lo demás ha ido todo muy bien desde la última vez que anduve por acá. Sigo trabajando (lo que en estas coordenadas espacio-temporales en las que he decidido vivir de forma transitoria es bastante valioso) y he adelantado mucho en otras cuestiones que daban vueltas como mi regreso a Buenos Aires. Ya lo tenía medianamente decidido pero, finalmente, he comenzado a preparar mi candidatura al CONICET y lo veo factible, por eso estoy siendo seria con mis tiempos. 
Me estoy respetando más, cargándome menos de cosas innecesarias, soltando amarras viejas e inservibles, preocupándome por lo que me resulta esencial. A veces uno pierde el objetivo de las cosas, pero yo he tenido la precaución de haber seguido caminado (a veces a oscuras, es cierto). 

lunes, 14 de marzo de 2011

Ésa es la historia...

Si nos inunda el asfalto
de sensaciones profundas
gocemos bien nuestro ahogo
que es nuestra imagen fecunda. 




Sí, al final, todo es mucho más sencillo de lo que nosotros lo hacemos. Todo es sencillo si no fuera porque nuestras propias limitaciones nos hacen ver las cosas complicadas. El mundo está ahí (tan cerca que es vertiginoso, debo decirlo) y nosotros no estiramos la mano por miedo a caernos en la colchoneta. Nos podemos hacer un chichón o un moretón en en cuerpo, como mucho, pero siempre nos podemos levantar (aunque sea rengueando por un tiempo) y seguir adelante. No hay nada que debamos temer más que a nuestros propios miedos. 
Predisposición anímica: excelente (mi predisposición anímica es, paradójicamente, inversamente proporcional a mi estado de salud. Sufro en silencio). 
¿Por qué? Básicamente, cuando veo mi horizonte de expectativas despejado y soy realista con lo que puedo llegar a hacer, segura de que los plazos están acordes a los objetivos, simplemente sonrío. Cuando veo que mis planes de ocio son viables, sonrío. Cuando siento que sólo puedo ser más feliz de lo que soy, sonrío. 
Viajaré y conoceré lugares nuevos, viajaré a los lugares de siempre. Y pondré mis primeros ladrillos simbólicos (¡los ladrillos de verdad ya están puestos!en la vida que quiero (que estoy desde hace tiempo) construyendo. Iré paso a paso, pero con pie firme. Mis sueños están puestos en un lugar y cada día que pasa me siento cada vez más cerca. 

Leo sobre Benito Pérez Galdós y quiero comprarme todos los Episodios Nacionales. Anotar en la agenda: ir a mi librería de viejo y comprar todos los Episodios Nacionales. Leerlos en orden. 
Buscar a Rosalía de Castro en gallego y decidir sobre mi relación con ella. Si será o no la elegida en los próximos dos o tres años. Tendrá que ser muy especial. Tendrá que convencerme de que es mejor que el resto ya que me supondrá tratar con ella un esfuerzo extra. 

Sigo en mis cosas. Sigo siempre hacia adelante aunque mire mucho hacia atrás. Siempre es bueno (sólo de vez en cuando) mirar hacia atrás.