domingo, 15 de julio de 2012

Siempre nos quedará Madrid

"Servíme algo, Mirta...
parece mentira el verte como antes"

Sí, hace un año lo planeaba pero agosto de 2011 fue decisivo para acabar de concretar mi regreso a Buenos Aires. Increíble. Aunque siempre supe que volvería más pronto que tarde, estos días guardo mis cosas en cajas, revuelvo cajones y armarios como si fuese a buscar un tesoro y descubro que, además de que acumulé cualquier cantidad de basura inservible (este concepto es un poco redundante), pasé los últimos 6 años y medio de mi vida en Madrid. Y ahora me voy. Y siento como si, en realidad, nunca me hubiese ido. Ahora sí, me vienen a la cabeza muchos recuerdos de los primeros tiempos: el departamento compartido con dos heavies en Islas Filipinas, las salidas a La Chocita Sueca, las clases particulares... y ahora que sólo quedan dos meses para, por fin, subirme al avión que me llevará de nuevo a casa, ahora me vuelvo a sentir por primera vez en seis años, como ese primer tiempo en Madrid en el que -parafraseando a Los Redondos- parecía que era feliz. Yo creo que lo fui en gran medida; creo que fui -con altos y bajos- muy feliz todo este tiempo. Y ahora, a veces, de vez en cuando, me agarra una inquietud que se parece mucho a la incertidumbre pero que se va, indefectiblemente, se va porque todos estos años hice un aprendizaje muy importante: aprendí quién soy y qué es lo que quiero. Madrid siempre estará en las canciones de Sabina, en las cañas de cerveza, en las tapas, en la Puerta de Sol, en los paseos por la noche por el barrio, en las pelis de Almodóvar... el otro día viendo o re-viendo "Carne Trémula" me emocioné mucho con esos primeros 15 minutos que muestran al Madrid que me imaginaba: la puerta de Alcalá imponente, luminosa, que no da a la gloria -como diría Joaquín- es cierto, pero que se me había apagado y que volví a ver imponente y luminosa hace cosa de un mes, cuando caminaba hacia Cibeles a las 4 y media de la mañana para tomar el bondi al aeropuerto. 
"Siempre nos quedará Madrid", dirían los personajes de una película que no existe y que si existiese sería una mera copia barata. Pero sí, siempre quedará. Porque ahora podré decir: "cuando vivía en Madrid...". Y se me ocurren mil historias, muchas personas, muchos lugares de los que, dentro de muy poco, empezaré a hablar en pasado. 
Pero ahora todavía no, no toca, paso a paso. Ahora y hoy estoy, estamos, acá y queda Madrid para rato. Y queda el Madrid mejor: el de mis películas. 

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